Zira se despertó con pequeñas salpicaduras de agua en su rostro. Le tomó un minuto que sus ojos se ajustaran y se dio cuenta de que estaba durmiendo junto a la fuente. Niamh estaba apoyada en el otro lado, observándola. Zira se sentó rápidamente y miró alrededor. No había nada más que espacio blanco. Le recordaba al reino espiritual. «¿Por qué estoy de vuelta aquí?», se preguntó.
—Puedes venir aquí cuando quieras —le dijo Niamh.
—¿Cómo puedes oírme?
—No hay secretos aquí, Zira.
—Entonces dime por qué estoy aquí. ¿Por qué me diste este collar? ¿Qué tiene que ver esto con tu libro y con Clary?
—Debí haber destruido esos cristales hace mucho tiempo. Pensé que estaba ayudando a alguien que amaba pero en su lugar lo convertí en un monstruo —dijo ella, salpicando el agua en la fuente antes de colocar sus manos en su regazo. Su expresión solemne hizo que Zira se sintiera un poco culpable por haber alzado la voz.