El campo de batalla era puro caos mientras el jefe y Alex se enfrentaban.
El Rey No-Muerto se alzaba sobre las llanuras entre la ciudad y el templo, su enorme estructura en descomposición dibujaba una figura imponente contra el horizonte.
Sus ojos huecos brillaban con una luz siniestra, y con cada paso que daba, el suelo temblaba bajo su peso.
A su alrededor, los jugadores se apresuraban a evitar sus devastadores ataques.
Daniel y su equipo del Gremio Overlord acababan de llegar, pero ahora se mantenían atrás, esperando la oportunidad perfecta.
—¡Ahora! —susurró Daniel a Vex, su segundo al mando—. ¡Envía al equipo de ataque mientras está ocupado, lo emboscaremos y haremos que se arrepienta de sus decisiones anteriores!
Vex asintió, haciendo señas a una docena de jugadores de su gremio para que rodearan y emboscaran a Alex.
Pero cuando los jugadores cargaron hacia adelante, ansiosos por atacar, se encontraron atrapados en el caos de la batalla.