La extensión gris de la tierra desolada se extendía ante Alex mientras salía de la niebla de la [Tierra de los No Muertos].
Los árboles muertos se alzaban torcidos como dedos esqueléticos agarrando el cielo, y la hierba quebradiza, de un color gris antinatural, crujía bajo sus pies.
—¿Puedes llevarme de vuelta? —preguntó Alex, volviéndose hacia Alphox, que aún flotaba a su lado, su enorme forma proyectando una larga sombra sobre el paisaje.
El dragón volvió sus fríos ojos hacia él, luego sin siquiera una segunda mirada, dijo:
—No —antes de desvanecerse en su [Espacio de Mascota de Sombra].
—Maldición.
Alex suspiró, su aliento ondulándose en el aire frío y desolado.
Alphox lo había salvado del [Señor de los No Muertos] no hace mucho, pero había algo en el dragón que lo hacía sentir inquieto.
Era difícil pensar que tendría que mantener a ese dragón cerca por mucho tiempo...