Alex se mantuvo a una distancia segura de la imponente academia, sus torres brillando bajo la luz del sol.
Levantó su bastón, invocando un meteoro ardiente desde el cielo que descendió en picada, listo para destruirlo todo.
—Veamos cómo manejan esto —murmuró Alex, con una sonrisa maliciosa en sus labios.
El cielo rugió mientras la masa ardiente se precipitaba hacia abajo, con llamas arrastrándose como un cometa.
Dentro de la academia, tanto estudiantes como profesores se detuvieron en seco, sus cabezas mirando hacia arriba.
—¡¿Un ataque a la Academia?!
—¡Ese meteoro parece increíblemente poderoso!
El pánico era palpable, pero uno de los cinco profesores principales permaneció tranquilo.
De pie en un balcón, un hombre con gafas observaba la situación con mirada serena.
Sus túnicas ondeaban mientras levantaba su mano, su voz transmitiendo autoridad.
—Barrera Absoluta.
Una cúpula dorada brillante se materializó sobre la academia, sus bordes pulsando con energía mágica pura.