El Rey No-Muerto reapareció ante Alex, su expresión ilegible, aunque el más leve rastro de diversión persistía.
—¿Y bien? —preguntó Alex, con los brazos aún cruzados, su tono tranquilo pero expectante.
La sonrisa del Rey No-Muerto se ensanchó, sus ojos huecos brillando con malicia.
—Como sospechaba, tu dragón está en peor estado de lo que aparenta. Está ahí tendido como una bestia herida, sangrando por ese grotesco agujero en su ala. Es un milagro que siga vivo.
—¿Y? —presionó Alex, su paciencia agotándose—. ¿Qué dijo?
—Oh, lo de siempre —respondió el Rey No-Muerto con un gesto desdeñoso—. Dice que estará bien, aunque yo apostaría lo contrario.
Esa herida no es solo una lesión física, lo está debilitando. Sin esa ala completamente curada, está perdiendo energía con cada respiración.
La expresión de Alex se oscureció mientras asimilaba la información.