—¿Entonces qué quieres? —gruñó Arceus mientras colocaba su bastón sobre su escritorio, junto a la [Caja de Recompensa] y algún libro misterioso que emitía aura—. Tú primero, Artemisa.
—Sí, maestro —Artemisa se arrodilló—. Una especie de monstruo emergió del [Abismo] recientemente, y aunque fue controlado, quería informarte.
Ante esta noticia, los ojos de Alex y Arceus se ensancharon.
—Hm, parece que el [Dios del Abismo] se está impacientando... —sonrió Arceus—. ¿Necesito ocuparme de ese bastardo?
—No te lo aconsejaría, maestro, recuerda las reglas de la orden, hacer eso atraería demasiada atención y odio.
—¿Qué es la orden? —Alex fue quien habló esta vez, intrigado ya que no sabía nada de esto.
Incluso el hecho de que el [Dios del Abismo] estuviera empezando a actuar era una novedad para él.
Después de todo, aunque causó estragos hace unos meses, todavía regresó al [Abismo] después de aburrirse, sin salir de él.