Las calles de la ciudad eran un campo de batalla convertido en cementerio.
Alex guió a su ejército de muertos vivientes hacia adelante, el aire lleno de sonidos de piedras desmoronándose y el leve sabor metálico de la sangre.
Sus esqueletos, grandes esqueletos, Caballeros Óseos y espectros se movían con implacable eficiencia, derribando todo a su paso.
Los jugadores que una vez habían cargado valientemente hacia adelante ahora se apresuraban a escapar, con su confianza destrozada.
—Continúen —ordenó Alex, su voz cortando a través del caos.
Los muertos vivientes no dudaron. Cada golpe de sus armas y zarpazo de garras espectrales acababa con otra vida, reduciendo la oposición a una velocidad aterradora.
La moral de los defensores estaba quebrada.
Gritos de «¡Corran!» y «¡No podemos detenerlos!» resonaban por las calles mientras los sobrevivientes abandonaban sus puestos.