Alex dio un paso adelante, sus ojos escaneando la inmensa ciudad frente a él.
Los dragones llenaban las calles, algunos en sus formas draconianas completas, con sus enormes alas pegadas a sus cuerpos, mientras que otros habían adoptado apariencias humanoides para moverse más fácilmente.
Independientemente de su forma, cada dragón que veía a los recién llegados los miraba con desdén.
—Asqueroso.
—¿Otro grupo? ¿Cuántos más de estos insectos vendrán?
—Este maldito [Juicio de la Sangre de Dragón] es una broma. Deberíamos mantener nuestro linaje puro.
—Espera... ¿no es tu padre un medio dragón?
—...Eh.
Los insultos murmurados y las burlas llenaban el aire, haciendo eco por toda la ciudad.
Ninguno de ellos se molestó en bajar la voz.
Pero a pesar de la hostilidad, ninguno de los participantes reaccionó.
Alex miró alrededor y notó que casi todos seguían caminando hacia adelante sin dudarlo.
Tenía sentido.
Cualquiera que hubiera llegado hasta aquí ya se había preparado.