Alex, Lira, el minotauro y el hombre encapuchado estaban parados frente a cinco dragones.
Los clones de dragón flotaban sobre el suelo, sus alas batiendo, sus penetrantes ojos fijos en el grupo.
El minotauro crujió sus nudillos, sus músculos flexionándose con anticipación.
—¡VOY A DESTRUIRLOS! —rugió, listo para enfrentarse a un dragón solo con sus puños.
El hombre encapuchado no se movió.
Sus ojos estaban cerrados, su expresión ilegible, ni siquiera parecía reconocer esas cosas.
...
Lira, el ángel de cabello blanco, flotaba ligeramente sobre el suelo, su barrera brillante resplandeciendo suavemente a su alrededor.
Invocó su [Lanza de Misericordia], el arma brillando de un blanco puro, sus bordes fluyendo como suaves olas.
—¿Este tipo nunca se callará? —murmuró, mirando al hombre minotauro, que repetidamente golpeaba su pecho con sus puños.
Él se rió, sin inmutarse por su comentario.
—Prefiero a las mujeres del clan minotauro fuerte, al menos ellas tienen carácter.