Alex observó en cámara lenta cómo las guadañas de Varyn descendían hacia su cuello.
Desde la propia visión de Varyn, podía ver las hojas acercándose, sus filos brillando con energía abisal.
Si golpeaban, todo habría terminado.
Su viaje, su lucha, su vida, todo terminaría aquí.
El tiempo parecía estirarse, cada milisegundo se arrastraba mientras la mente de Alex corría.
¿Así sería como todo terminaría?
¿Moriría aquí, en las profundidades del Abismo, porque había sido engañado por Morgathis y exiliado a este reino de pesadilla?
En circunstancias normales, Alex nunca se habría atrevido a entrar en el Abismo, y mucho menos a desafiar a su dios dentro de su propio dominio.
Era un suicidio, simple y llanamente.
Pero por un breve momento, Alex había estado confiado.
Había creído en sus habilidades, en el poder de los [Hilos del Destino], en la fuerza de su voluntad.
Había pensado que sería suficiente.
No había tenido en cuenta un detalle crucial.