Alex se encontraba en la sofocante oscuridad del [Dominio del Maestro], sus sentidos tensados hasta el límite.
El vacío a su alrededor era absoluto, una extensión negra que devoraba toda luz y sonido.
No podía ver nada, ni paredes, ni suelo, ni cielo.
Solo una oscuridad interminable y opresiva que parecía presionarlo por todos lados.
Su brazo izquierdo había desaparecido, cercenado por los implacables ataques de Isolde, y el dolor era un recordatorio constante y palpitante de su vulnerabilidad.
[Cambio del Destino], su salvavidas habitual, era inútil aquí.
Este dominio bloqueaba todas las habilidades, dejándolo solo con su ingenio y las habilidades que había activado antes de quedar atrapado.
—¿Crees que puedes ganar?
La voz de Isolde resonó en el vacío, burlándose de él.
La risa del [Maestro del Gran Mago] era fría y burlona, un sonido que parecía venir de todas partes y de ninguna a la vez.
Entonces, sin previo aviso, la oscuridad cambió.
¡Fwish! ¡Slash!