Mientras Alex se lanzaba hacia el [Demonio del Odio] como un meteoro, la criatura no perdió ni un segundo.
Unió sus grotescas manos carmesí, con las venas pulsando con energía oscura.
Después de solo unos segundos de carga, cuando Alex estuvo lo suficientemente cerca, desató un rayo masivo de energía carmesí.
¡Rayo de Odio!
El rayo era diferente a cualquier cosa que Alex hubiera visto antes.
No era solo energía, estaba lleno de rostros y gritos de todos aquellos que habían caído ante el [Demonio del Odio].
Miles, si no cientos de miles de voces resonaban dentro del rayo, sus gritos de dolor y desesperación enviando escalofríos por la columna de Alex.
El [Demonio del Odio] había matado a tantos que ni siquiera recordaba el número.
Su orgullo no estaba ligado a las vidas que había tomado, sino a la destrucción que había causado.
Y ahora, estaba usando esa destrucción como un arma.
Pero aunque el rayo era aterrador, Alex lo había visto venir.