Era más de las dos de la tarde y la sala de estar de la Unidad 2003 se había transformado en un improvisado campo de entrenamiento.
Todos los sofás y mesas habían sido retirados para dejar un espacio abierto donde se colocaron colchonetas para amortiguar las inevitables caídas y tropiezos. Estaba lloviendo intensamente afuera y se habían enviado varias notificaciones de tormentas eléctricas para mantener a todos en alerta máxima.
Pero mientras el resto del mundo se preocupaba por la lluvia, la atmósfera dentro de la Unidad 2003 era completamente diferente.
—Vamos, Kevin. ¿Eso es todo lo que tienes? —llamó Grace y su voz resonó con un claro desafío.
Se movía con la rapidez de una sombra. Cada uno de sus pasos era preciso y calculado. Por otro lado, Kevin ya estaba sudando y parecía ligeramente sin aliento.