#Capítulo 10 ¿Debería darle mi sangre?
—¿Estás segura de que vas a pelear? —preguntó, rompiendo el momento.
—Sí, por eso hemos estado entrenando tanto —respondí, deseando que volviera a mirarme a los ojos como en ese momento anterior cuando sus ojos leonados ardían con deseo—. ¿No soy tu mejor estudiante?
—Definitivamente eres la que aprende más rápido que he visto jamás. —Todavía estaba encima de mí.
—¿Entonces por qué preocuparse tanto?
—Porque en las peleas reales, nadie será tan amable como yo.
—Oh, eres amable. ¿Me estás dejando ganar? —dije coquetamente—. Mi corazón latía. Estaba mirando su boca, preguntándome cómo se sentiría sobre la mía y contra mi cuello.
—No, eres increíble. Simplemente me encanta pasar todo este tiempo contigo —dijo, alejándose de mí—. Se puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro—. No quiero que nada ni nadie te lastime, nunca.