Sofía suspiró, con las cejas fruncidas por la frustración. —Me pregunto qué estará pasando afuera ahora.
Miró por la ventana, sus ojos llenos de una preocupación inquebrantable.
Cuanto más se prolongara esto, más soldados de la Montaña de Hierro morirían, y la situación en el Bosque de las Bestias se descontrolaría aún más.
Sin embargo, aquí estaban, atrapados dentro de esta Formación de Sellado de Sangre, incapaces de hacer nada en absoluto.
Lo que lo empeoraba era que todavía no sabían quién estaba detrás de todo esto.
Eso era lo que más preocupaba a Sofía.
Un enemigo oculto en las sombras, cuya identidad y motivos permanecían desconocidos.
Era aterrador pensarlo. ¿Cómo podrían siquiera comenzar a contrarrestar a tal oponente?
Mirando fijamente la formación que había dejado a un grupo de guerreros de alto nivel completamente indefensos.