—¡Éxito! —El delicado rostro de Tia se sonrojó de emoción.
Con la llegada de Jormungandr, su capacidad para manipular los sueños hacía increíblemente fácil manifestar a aquellos atrapados en el mundo de los sueños en la realidad.
Esta era la razón por la que se había unido al Culto de la Pesadilla. Para revivir a su hermana y a su familia, Tia estaba dispuesta a sacrificarlo todo, incluso si eso significaba convertirse en una cultista notoria.
—Mira, espera solo un poco más. ¡Pronto, podré traerlos a todos de vuelta! —susurró, apretando los puños, sus ojos llenos de esperanza mientras miraba a Luca.
Mientras tanto, dentro de la mente de Luca, su mundo espiritual estaba en turbulencia.
En la extensión negra como la noche de su mente, una enorme pitón blanca pura se abrió paso, sin ningún respeto por los límites.
Su colosal cuerpo parecía interminable, rodeado por un tenue resplandor púrpura, proyectando un tono onírico sobre todo el reino espiritual.