El aura opresiva y familiar hizo que Luca sintiera un escalofrío recorriéndole la sangre.
¡Nivel Trascendental!
¡Un monstruo de nivel Trascendente había descendido!
Luchó por mirar hacia atrás, solo para ver que la Caja Demoníaca, previamente cerrada, se había abierto de alguna manera, y un líquido negro espeso y nauseabundo estaba manando desde su interior.
Una cegadora luz negra surgió hacia el cielo, como si buscara engullir al mundo entero en oscuridad.
Esta oscuridad no era como la noche—era una oscuridad absoluta y sofocante.
Sin luz, sin sonido, solo un silencio mortal.
Hilos dorados brillaron en los ojos de Luca, permitiéndole distinguir una silueta grácil entre las sombras.
Un delicado velo cubría su rostro, su piel pálida como la porcelana, su forma envuelta en un vestido negro de gasa, sus pies descalzos visibles mientras su figura seductora aparecía y desaparecía en la oscuridad.