Luca podía adivinar lo que esta gente estaba pensando. Después de todo, si Ciudad Costera tuviera la capacidad de lidiar con estos piratas, no se quedarían de brazos cruzados dejándolos causar estragos sin hacer nada al respecto.
Pero el hecho de que ellos no pudieran hacer nada, no significaba que Luca estuviera indefenso.
—Un grupo de hormigas realmente quiere que yo, un monstruo de nivel Rey, tome acción. ¿Por quién me toman? —Jormungandr flotaba en el aire, visiblemente molesta porque Luca había interrumpido su sueño, quejándose incesantemente.
Ella era una legítima Rey Abismal, pero ahora, en manos de este humano, se había convertido en nada más que una herramienta.
Cada vez que la necesitaba, la llamaba; de lo contrario, ni siquiera se molestaba en mirarla. No era más que un completo idiota.
Luca miró a Jormungandr, con las mejillas hinchadas de frustración, y sonrió.
—¿No querías siempre comer algo para reponerte? Esta vez, te dejaré comer tanto como quieras.