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—¿Estás tratando de que te maten? ¡Si te atrapan debajo del barco, tendrás suerte si sobrevives! —el chico pelirrojo, Gavin, no pudo evitar burlarse.
Al mismo tiempo, estaba un poco sorprendido.
No esperaba que las palabras de Isaac fueran ciertas: realmente conocía al nuevo Señor de la Ciudad.
Dado su bajo estatus como mendigos errantes, ni hablar de conocer a una figura como el Señor de la Ciudad, ni siquiera tendrían la oportunidad de mirarlo, mucho menos hablar con él.
¡Una oportunidad tan rara! ¡Si tan solo un poco del favor del Señor cayera en sus manos, les aseguraría comida y refugio de por vida a los dos!
El corazón de Gavin latía con emoción. ¡Esta vez, estaban a punto de dar el golpe de suerte!
En ese momento, Isaac y Gavin vieron de repente un destello de luz verde cruzar el cielo.
Momentos después, dos enredaderas se envolvieron alrededor de sus cinturas, y fueron jalados hacia arriba con tremenda fuerza.