Un resplandor onírico parpadeó, y la figura de Jormungandr se materializó en el aire. Su vestido negro se balanceaba suavemente, y comparada con la enorme Serpiente Llameante Abrasadora que se alzaba a más de cien metros, parecía casi una figurita en miniatura.
—Humanos despreciables... —murmuró en voz baja, con los ojos fijos en el magma agitado y la pitón gigante frente a ella. Pero mientras hablaba, su forma comenzó a cambiar.
En un abrir y cerrar de ojos, una pitón gigante plateada mucho más grande apareció sobre la lava fundida. Sus escamas plateadas brillaban con luz radiante.
Jormungandr bajó la cabeza y soltó un rugido atronador que parecía destrozar los cielos, dirigido a la Serpiente Llameante Abrasadora, que se quedó paralizada por la sorpresa.
—¡¡Inclínate!!
¡La presión de una criatura de Superclase cayó con una fuerza aterradora!