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—¿Cómo acabaste aquí? —Zenobia giró bruscamente la cabeza, su mirada gélida y llena de intención asesina. La malicia en sus ojos era tan intensa como cuando hablaba de Luca.
—Pensé que Lady Zenobia estaría encantada de verme. Estoy profundamente entristecido por esta fría recepción —dijo una voz, acompañada por el sonido rítmico de pasos acercándose. Una figura emergió lentamente de las sombras, vestida con un traje negro de estilo inglés, sosteniendo un bastón plateado y llevando un sombrero de caballero.
Parecía tener unos treinta años, con gafas de montura dorada y un aire de refinada elegancia.
Sin embargo, la sonrisa juguetona en su rostro destrozaba por completo la dignidad de su apariencia.
El hombre soltó una ligera risita y dijo:
—Lady Zenobia, si mal no recuerdo, han pasado cien mil años desde la última vez que nos vimos. Durante estos años, te he echado terriblemente de menos.
Zenobia se burló, su voz goteando desdén.