En ese momento, otra serie de gotas de lluvia cayó sobre su rostro.
Cornbark lamió una de ellas. Tenía un sabor un poco metálico, y algo en ella se sentía extraño. ¿Qué era ese sabor tan raro?
Instintivamente, miró hacia arriba, y su expresión cambió de inmediato. Allí, flotando en el cielo, había una gigantesca águila mágica que de alguna manera había aparecido sin que él lo notara.
Rápidamente apartó los eventos recientes de su mente y gritó furiosamente a los soldados detrás de él:
—¡Hay un monstruo en el cielo! ¡Derríbenlo!
Algunos de los soldados apostados en la retaguardia levantaron sus rifles en respuesta y estaban a punto de disparar contra la águila mágica. Pero justo cuando iban a apretar el gatillo, de repente escucharon a Cornbark exclamar:
—Esperen, algo no está bien.