Más y más monstruos comenzaron a moverse.
La masa antes densa de monstruos se separó como una ola, creando un camino despejado.
Una tenue luz púrpura cubría sus ojos, haciendo que su mirada perdiera el foco mientras deambulaban sin rumbo. Al mismo tiempo, bloqueaban inconscientemente a otros monstruos que intentaban acercarse.
El grupo contempló esta escena milagrosa, todos momentáneamente aturdidos. Nadie había esperado que se abriera un camino tan fácil dentro de la horda de monstruos, conduciendo hacia el mundo exterior. Una oleada de alegría surgió inmediatamente en sus corazones.
—¡Estamos salvados! —apretó Tuwnken los puños, su rostro lleno de emoción. Se había preparado para morir, pero ahora, realmente podía ver esperanza.
—¿Es realmente tan simple? —dijo Cornbark, su expresión llena de incredulidad.