Los dos soldados, al ver esto, se quedaron paralizados, incapaces de contener un trago de saliva.
Un solo golpe había herido gravemente a todos, incluido el infame Sin Luz del Territorio del Este. Si no hubiera sucedido justo frente a ellos, jamás habrían creído que era real, ni en sus sueños más locos.
—Considerando cuántas vidas has salvado, a regañadientes perdonaré las vuestras esta vez —dijo Luca con calma, mirando al tembloroso y aterrorizado Sin Luz en el suelo—. Pero la próxima vez, no tendrás tanta suerte.
Después de decir eso, perdió interés en el grupo de personas tiradas en el suelo y se dio la vuelta para subir al vehículo todoterreno. Donlow y Fuzzsir dudaron por un momento, pero finalmente no los remataron y rápidamente lo siguieron.
—Luca, ¿por qué no los mataste ahora mismo? —preguntó Fuzzsir confundido una vez que estuvieron dentro del vehículo—. Esto no parece algo que tú harías.