Blood Hunter sintió una repentina sacudida en su corazón.
Miró hacia la dirección desde la cual se dispararon los enormes proyectiles de balista.
Entre las filas de Trolls, capas de cubiertas aceitosas fueron arrancadas, revelando las enormes y torpes balistas de asedio debajo.
Gruesos pernos de metal, tan anchos como un brazo, ya estaban cargados en las plataformas de balista.
Los Trolls golpearon con fuerza sus martillos sobre las palancas de operación. ¡Bang, bang, bang! Las cuerdas de los arcos vibraron con un feroz retroceso, enviando proyectiles que atravesaban el aire hacia los Dragones Óseos como fuego de cañón.
Los Dragones Óseos intentaron evadir inmediatamente, pero dos de ellos fueron alcanzados. Los proyectiles destrozaron sus huesos y atravesaron sus columnas vertebrales.
Las pesadas cadenas se tensaron, constriñéndolos cada vez más, arrastrando a los dos Dragones Óseos hacia el suelo.