Rebeca habló con un ligero tono de resentimiento, y había un rastro de fatiga en su rostro.
A Fang Hao no le importó su reproche.
—¡Ah! No puedo hacer nada, el cliente no proporcionará alojamiento y comida, me voy mañana a primera hora y solo puedo ahorrar los gastos de un día de comida y alojamiento.
Una ligera sonrisa apareció en el rostro de Rebeca ante la broma de Fang Hao.
Ella le puso los ojos en blanco.
Lo hacía sonar como si ella lo hubiera maltratado, y le estuviera cargando el asunto.
—Bien, no has venido hoy solo para quejarte de los gastos de comida y alojamiento, ¿verdad? —preguntó Rebeca sobre las intenciones de Fang Hao.
Fang Hao no quería perder demasiado tiempo.
Abrió directamente su mochila y sacó todas las joyas que había dentro.
Durante el viaje, estos artículos estaban guardados en un espacio de almacenamiento.
Aquí, para no causar problemas, fueron puestos en la mochila.