—¡Olvídalo, vámonos ya!
—Vale, vale.
El coche averiado logró arrancar y se lanzó por el camino que había sido despejado por el ejército y también por la gente de Samuel.
Riya observó esta escena y apretó los labios.
Si continuaban así, tarde o temprano se quedarían sin munición. Pero al mismo tiempo, Riya tampoco podía enfrentarse realmente a tantas bestias mágicas a la vez.
¡Había demasiadas!
Incluso si podía luchar contra una docena de bestias mágicas, era bajo la premisa de que estas bestias no la estuvieran rodeando y atacando al mismo tiempo. Tarde o temprano, su maná se agotaría y en ese momento, Riya solo podría escapar a su mundo.
Podría quedarse allí por mucho tiempo.
Pero no sería tan cómodo.
—Ya llegamos —Ruby detuvo el coche frente a la casa de Amelia y respiró profundamente. Miró el frente del coche que ya era irreconocible y sintió que no duraría mucho más.