Odio

Riya podía entender lo que sucedió pero Amelia estaba confundida.

—Ese hombre está creando una marea de bestias para nosotros —dijo Riya en voz baja.

—¿Puede hacer eso? —los ojos de Amelia se abrieron de asombro. Nunca pensó que sería posible que alguien pudiera invocar la marea de bestias.

—Sí —Riya asintió.

Pensó en Murin y sintió dolor de cabeza. Ya había bestias mágicas afuera que eran difíciles de manejar y ahora se sumaba Murin. Riya sentía que este mundo se estaba volviendo cada vez más escandaloso.

«¿Por qué tienen que traer esos artefactos?»

Pero pensando en su propio mundo, Riya cayó en silencio. Parecía que ella misma también tenía algunas ventajas que otros no tenían.

Ese mundo, una vez que se desarrollara, podría volverse similar al mundo real y todos los que estuvieran dentro de ese mundo tendrían que seguir sus órdenes. Se podría decir que este mundo también era un tesoro, un artefacto que era básicamente invaluable.