—Adelante —Juliana lo miró y no refutó sus palabras.
—Abuela, este es Benson —Juliana llevó a Benson hasta la Abuela y se lo presentó.
—Abuela —Benson inclinó la cabeza e intentó suavizar su voz mientras la saludaba cortésmente.
La Abuela miró a este hombre, que medía casi un metro noventa, de apariencia atractiva y modales elegantes, y se quedó atónita por un largo rato, llena de incredulidad.
Le pareció inexplicablemente armoniosa la manera en que se veía junto a Juliana.
—¿Eres realmente... Benson? —la Abuela no pudo evitar preguntar.
—Sí, Abuela —Benson asintió.
—Pasa. ¿Por qué no nos avisaste que vendrías? No hemos preparado nada en casa —la Abuela asintió con una sonrisa.
—Lamento las molestias que les he causado —Benson entregó la caja de regalo.
—No tienes que traer regalos cuando vengas —la Abuela sonrió cortésmente y no tomó la caja de regalo.
—Abuela, es un detalle de su parte —Juliana le pidió a la criada que la tomara, sostuvo el brazo de la Abuela y dijo.