Juliana notó que algunas personas estaban mirando y se sonrojó aún más.
Intentó liberarse del abrazo de Benson, pero las manos de Benson sujetaron su esbelta cintura y la besó aún más dominantemente que antes.
No fue hasta que Juliana no pudo respirar que Benson le mordió los labios ligeramente fuerte y la soltó con una sed insaciable.
Juliana se enfurruñó.
¡Ese bastardo no solo la había besado sino que también la había mordido!
Benson tomó a Juliana en sus brazos y miró a los dos que no se habían ido.
Los que espiaban no se sonrojaron, ¿por qué habrían de sonrojarse?
—Sra. Leach, pórtese bien, o la volveré a besar —susurró Benson a su oído.
Ya estaba adicto a ella.
La dulzura en su boca diluía la amargura de la medicina que había tomado.
Juliana dejó de empujarlo, pero aún así le pellizcó en su esbelta cintura.