Juliana ya no podía soportarlo más. Agarró a Minna y luego le dio una patada con su larga pierna.
Zoe recibió una patada en las rodillas y cayó directamente al suelo con ambas manos apoyadas sobre el postre, lo que hizo que sus manos resbalaran y todo su cuerpo se desplomara.
Al ver que su rostro estaba a punto de estrellarse contra la porcelana rota, Zoe logró caer de lado con los ojos bien abiertos.
—¡Ah!
Algunos pedazos de porcelana rota se clavaron en el brazo de Zoe y la hicieron gritar de dolor.
Minna se quedó atónita mirándolo.
—Juliana...
Juliana levantó a Minna y la hizo sentarse a un lado.
—Mira con atención. ¡En el futuro, cuando te encuentres con cosas así, defiéndete!
—No, yo...
Juliana miró a Minna seriamente.
—Eres mi amiga, así que no dejes que te intimiden, eso sería una vergüenza para mí.
Su voz era fría y su tono autoritario.
—Está bien —dijo Minna confundida.