La mano de Benson estaba apoyada en la cama y se inclinó cerca de Juliana para mirarla.
—¿Entonces quieres decir que puedo hacer lo que quiera en casa? —dijo con una sonrisa malvada.
Benson se acercó más, y cuando habló, su cálido aliento sopló en su rostro y se entrelazó con el de ella.
La respiración de Juliana se volvió errática.
—Estoy cansada y me voy a dormir —se envolvió en las sábanas y le dio la espalda a Benson.
¡Cuanto más obtenía este hombre, más quería!
Benson sonrió levemente y dejó de molestarla cuando la vio tan tímida.
Esta vez, Juliana no se había resistido y le había permitido avanzar más.
Se tomaría su tiempo para abrir su corazón hacia él y lograr que lo aceptara.
Benson se sentó frente a la computadora y puso su mano en el mouse.
—Es un poco difícil sostenerlo con una mano, y se siente mucho mejor que el mouse —murmuró para sí mismo mientras miraba el mouse y luego a Juliana.
Juliana, que estaba de espaldas a él, se sonrojó de vergüenza.