Mikel se inclinó un poco más cerca, acorralando a la pobre mujer contra la estantería de madera.
Estaba parado extremadamente cerca de ella, tan cerca que Sylvia podía sentir su cálido aliento y eso la ponía muy nerviosa.
—Sin afinidad por la magia. Ni siquiera sabes el significado de tu propio nombre. Bastante inútil, ¿no? —se rio burlonamente.
¿Era tan importante saber el maldito significado de su nombre?
Sylvia, muy alterada, perdió la compostura por un segundo y respondió enojada:
—Lamento que hayas desperdiciado tu dinero. ¿Por qué no me devuelves y pides un reembolso?
Miró desafiante, encontrándose con la mirada del diablo cara a cara.
Pero tan pronto como lo vio, vio la sonrisa divertida y arrogante en su rostro, inmediatamente volvió a la realidad.
«¿Qué acabo de hacer?». Se cubrió la boca con las palmas en shock.
Sylvia no se atrevió a mirar de nuevo al diablo frente a ella. Su corazón latía como si fuera una presa atrapada por un peligroso depredador.
Pero Mikel solo se rio fríamente. Le divertía su pequeño arrebato.
Era la viva imagen de un gato enojado tratando de arañarlo.
—No te preocupes, mi querida gatita. Sé cómo sacarle provecho a mi dinero —extendió su mano hacia adelante y revolvió sus cabellos largos plateados con sus dedos.
—¿Sabías que se dice que las ninfas tienen un apetito insaciable?
¿Eh? Sylvia estaba confundida. «¿De qué diablos está hablando ahora? ¿Siempre tenía que hablar en acertijos?».
—¿Comían mucho? —murmuró entre dientes, esperando cambiar la conversación y borrar lo que sea que hubiera pasado hace unos segundos.
—No, mi querida. No ese apetito. El otro. ¿Quieres que te lo explique más a fondo? —las cejas del hombre se alzaron mientras miraba de nuevo a la mujer frente a él.
Sylvia no era tonta. Instantáneamente se dio cuenta de lo que el villano estaba hablando y su cara entera se acaloró.
Todo esto la hizo dolorosamente consciente de cómo había sido desnudada, apenas ayer, por este hombre frente a ella, cada parte de su cuerpo ya vista por él.
Las pálidas mejillas de la mujer se tornaron de un tono rojo profundo y la ira y frustración la invadieron.
¡Este hombre claramente estaba jugando con ella!
—Entonces... ¿Qué piensas? ¿Debería empezar a sacarle provecho a mi dinero? —Mikel la provocó de nuevo, esta vez agarrando sus muñecas y sujetándolas sobre su cabeza.
Sylvia sacudió la cabeza vigorosamente. Lamentaba haber entrado alguna vez en esta maldita biblioteca.
—¡Ah ja ja ja ja! —el diablo, sin embargo, se rio fuertemente de su miserable situación.
—No te preocupes, gatita. Tengo otras para eso. Para... TI... tengo algo completamente diferente planeado... ¡Ah ja ja ja ja!
Mikel la soltó y luego se alejó casualmente como si nada hubiera pasado.
Sylvia, por otro lado, se deslizó hasta el suelo y se sentó débilmente, doblando sus rodillas contra su pecho.
Su cuerpo inconscientemente se estremeció por el aterrador encuentro que acababa de tener.
«¿Qué quiso decir? ¿Qué planes tiene para mí? ¿Va a drenar mi sangre y beberla toda como un demonio? ¿Simplemente va a comerme viva?».
¡A estas alturas, nada la sorprendería!
¡Estúpida Jane! ¿Cómo es este imbécil un príncipe amable y benevolente? ¡Necesita hacerse revisar los ojos!
Un par de minutos más tarde, Sylvia salió disparada de la biblioteca y corrió de vuelta a los cuartos de los sirvientes a la velocidad del rayo.
Por lo que a ella respectaba, este era otro territorio que iba a evitar como la peste.
¡Donde fuera el diablo, ella nunca iría!