Corazones rotos Parte 2

A un par de habitaciones de Sylvia, los ojos de Mikel permanecían bien abiertos después de que ella se fue. Exhaló profundamente, dejando escapar un largo suspiro.

Había visto su rostro malhumorado y enfurruñado y aun así le pareció increíblemente adorable. Le hizo querer atraerla nuevamente entre sus brazos y hacer lo que quisiera con ella.

Notó que cierta parte de su cuerpo palpitaba, ridículamente dura y rígida, y suspiró frustrado, levantándose de la cama.

Caminó hacia la bañera que aún contenía el agua que quedaba de su baño y silenciosamente se metió en ella.

Extrañamente, encontró que olía exactamente como ella, lo cual lo excitó aún más.

Mikel se pasó los dedos desesperadamente por sus mechones dorados, sorprendido de que una mujer tuviera tal efecto en él.

Debe ser el encanto del clan bestial, concluyó, aunque en el fondo de su mente no estaba muy de acuerdo con eso.