"""
Sylvia respiró tranquilamente, inhalando y exhalando. Intentó no entrar en pánico.
Sabía que Roman le gruñía por su seguridad, pero estaba harta de ser siempre la inútil, la damisela en apuros, la que necesitaba ser salvada.
Esta vez estaba decidida a no simplemente huir. Quería quedarse y luchar. Sylvia hizo lo que había estado practicando toda la semana.
Sus brillantes ojos dorados resplandecieron mientras dejaba escapar un gruñido bajo. Inmediatamente, un par de cuernos brotaron de su cabeza.
Agitó sus manos y las escamas comenzaron a aparecer mientras sus dedos se transformaban en afiladas garras.
Sin embargo...
Su transformación se detuvo allí.
Además de absorber o más bien remolinar la energía astral dentro de su cuerpo, esto era lo otro que había estado practicando.