¿Está ella siquiera viva?

En medio de un denso bosque, dos lobos delgados y elegantes corrían a toda velocidad. Parecía como si un lobo estuviera persiguiendo al otro.

—¡Cálmate, Roman! —gritó Isaac mientras tomaba aire y saltaba hacia adelante con todas sus fuerzas. El otro era mucho más fuerte que él, así que sabía que no podría alcanzarlo.

Lo único que podía hacer ahora era gritar y esperar que esa persona testaruda y obstinada escuchara sus palabras, pero...

¡Eso no parecía que fuera a suceder!

Roman actuaba como si no lo hubiera escuchado y seguía corriendo hacia adelante. Quizás realmente no lo había oído.

Isaac suspiró al pensar en cuánto efecto tenía la mujer sobre él. Roman había cambiado tanto en solo unas semanas.

Desde que ella llegó a estas tierras, todo en él había cambiado por completo. El despiadado y frío rey licántropo que gobernaba con mano de hierro había sido reemplazado por esta nueva persona.