Sumida en un profundo sueño, Phoebe sintió un repentino frío envolviendo su cuerpo que hizo que su estado somnoliento se desvaneciera lentamente. Luego escuchó voces desconocidas en su casa. Lentamente abrió los ojos y soltó un fuerte grito mientras saltaba de la cama y corría hacia la esquina más cercana en busca de un arma o cualquier cosa que pudiera usar para defenderse.
—Jaja, ha pasado tiempo desde la última vez que vimos esta escena —dijo Connie colocando sus manos en la cintura y riéndose de Phoebe.
Inicialmente, cuando Phoebe acababa de renacer, gritaba cada vez que veía un fantasma, especialmente en su casa, que se suponía era su santuario privado. Poco a poco y día tras día se había acostumbrado a ellos, pero hoy no.