David estiró los brazos mientras la observaba mirándolo con ojos cautelosos como un gato desconfiado y suspicaz. Se rio entre dientes mientras caminaba hacia el lado del pasajero de la puerta y la abría.
—Sube, voy hacia el viejo pueblo fluvial por negocios. Si por casualidad vas en esa dirección también, entonces soy tu hombre.
Ella resopló en silencio.
[¡Eres mi hombre!, ¿estás loco? ¿Crees que no puedo escuchar ese doble sentido en tu voz? En serio, este hombre me está confundiendo]
En su mente, Phoebe gimió. Simplemente no podía entender qué pretendía el hombre. ¿Realmente estaba tratando de cortejarla en serio? ¿Por qué?
—Estamos perdiendo la luz del día Phoebe, muévete —el espíritu Sajón la empujó.
La empujó usando magia, y ella se encontró moviéndose contra su voluntad y así fue como terminó en el coche de David.
—Esto no es mi voluntad —soltó cuando vio esa sonrisa de placer en su rostro.