Después de tomar un baño, Phoebe recordó la única cosa importante que había estado intentando hacer todo el día pero que seguía posponiendo para ocuparse de sus asuntos personales.
Era el asunto del asesinato de Mason, del cual no planeaba desistir tan fácilmente. Solo porque Mason había perdonado a Turner y a su esposa no significaba que ella hubiera hecho lo mismo.
Encontró su teléfono y llamó a Tiburón antes de que le entrara el sueño y se olvidara aún más del asunto. Como siempre, cuando él contestó, lo hizo con una ingeniosa introducción.
—El poderoso Tiburón al habla, son las diez y media de la noche, esta es la primera vez para ti Phoebe, ¿hay alguna emergencia fantasmal?
—Necesito un favor —respondió Phoebe poniendo los ojos en blanco.
No necesitaba estar presente en la estación de policía para ver a Tiburón relamiéndose los labios como si estuviera a punto de darse un festín. Cuantos más favores le debiera, mejor.
—Por supuesto, lo que sea por ti, Phoebe.