Policías corruptos y un nombre falso.

Durante el viaje a la comisaría, Phoebe reflexionó sobre todo lo que había sucedido en los últimos días, pero aún no podía encontrar una buena razón para su arresto. ¿Inducir un suicidio? ¿De quién era el suicidio? Esperaba que para cuando llegara a la estación de policía, Tiburón estuviera esperándola.

Aun así, no podía simplemente esperar a que Tiburón encontrara respuestas. Quizás si los oficiales antipáticos fueran indiscretos, podrían ofrecerle algo de información.

—Oigan, oficiales, ¿por qué estoy arrestada? —gritó desde atrás.

—Cierra la boca —advirtió el del asiento del copiloto.

—Pero tengo derecho a saber quién me está acusando para que...

Phoebe no estaba preparada para el repentino puñetazo en la mejilla que le causó un dolor increíble.

—Dije que te calles —repitió el oficial.

Phoebe se estremeció y miró al oficial con furia.

—Vas a pagar por esto, lo juro —prometió sombríamente.

El oficial se rió y la miró con desprecio mientras hacía una amenaza.