La urgencia de Ruth.

Mientras tanto en el hospital, Ruth había intentado todo lo posible para que le dieran el alta, pero había fracasado miserablemente. El Doctor Murphy enfatizó que no había manera de que la dejara irse porque todavía estaba bajo vigilancia por riesgo de suicidio.

Lo peor para ella era que sus padres estaban de acuerdo con él, y actuaban como si ella estuviera a punto de lanzarse por cualquier ventana abierta. La vigilaban como a un huevo a punto de eclosionar donde ni un solo segundo podía perderse.

La sensación de urgencia que experimentaba era enorme porque presentía una crisis inminente que necesitaba ser manejada inmediatamente.

—Métete en la cama —su padre la empujó hacia la cama por décima vez.

—¿Creen que estoy loca? ¿Por qué intentaría suicidarme de nuevo? Fui inmadura y tonta y me he dado cuenta de mi error. Vamos a casa, ¿sí? —Ruth arrastró los pies con frustración, pero sus súplicas cayeron en oídos sordos.