Esa misma noche, Ruth fue dada de alta del hospital bajo estrictas órdenes del médico de tomárselo con calma. Debía descansar lo suficiente y comer muchos alimentos saludables, pero sobre todo evitar el estrés. Siguieron palabras similares de consejo que siempre le daban los médicos.
—Tu cuerpo ya está débil tal como está, así que no lo fuerces demasiado. Ya les he dicho a tus padres que debes mantenerte alejada del alcohol, del tabaco y te aconsejaría que no vayas a ninguna discoteca por un tiempo. Si contraes algo tan pequeño como un resfriado, volverás aquí.
El Dr. Murphy le dio a Collin los formularios de alta para firmar y le pidió que lo siguiera a la farmacia para conseguir los medicamentos de Ruth.
Los ojos de Ruth seguían moviéndose hacia la puerta porque, aparte de Collin, ninguno de los otros miembros de la familia había venido a recogerla del hospital. Normalmente, cuando le daban el alta, todos aparecían con flores y regalos para celebrar su recuperación.