Era la primera vez que Phoebe desayunaba con su familia y hasta ahora, todo iba bien aunque Collin estaba ausente y había estado fuera toda la noche. Nadie lo había mencionado a él, a los fantasmas o a Ruth hasta ahora, lo cual Phoebe agradecía porque sabía que lo hacían por ella.
El silencio fue interrumpido por una llamada telefónica a Jennie que la hizo alejarse de la mesa durante unos minutos. Cuando regresó, su rostro estaba tan pálido como una hoja de papel blanco y sus ojos hinchados.
Todos podían notar que algo andaba mal y solo había un puñado de razones por las cuales en las circunstancias actuales.
—¿Qué sucede? —preguntó Edward.