Descubriendo a Abel.

Ella intentó con todas sus fuerzas no reírse, pero Phoebe no pudo evitarlo. Su abuela había llamado a Collin Ricitos de Oro tan tranquilamente como si fuera su nombre real.

Collin, por su parte, vio las similitudes entre Phoebe y su abuela. Una lo había llamado Goldie y la otra Ricitos de Oro. Si alguna vez conociera a su madre, ¿cómo lo llamaría? ¡Golden retriever!

Su cabello ni siquiera era tan dorado, ¡era rubio miel, por el amor de Dios!

—Ejem, este es Collin Baltimore, mi casero —Phoebe presentó a Collin a su abuela casualmente.

—Amigo —corrigió Collin—. No solo casero sino también amigo.

—Así es Baltimore, ustedes dos son solo amigos —David se rio de manera infantil.

Phoebe levantó su mano derecha y le dio un golpe ligero en el estómago.

[¡¡En serio!! este tonto, ¿qué voy a hacer con él?]

Collin tragó saliva. —¡Oh sí! ¿No es eso lo que son ustedes dos?

Phoebe cruzó el dedo medio de su mano derecha sobre el índice, escaneando su cerebro en busca de una buena respuesta.