Esperando a la presa.

Lo primero que hizo Ruth fue transferir todo el dinero a una cuenta en el extranjero; era consciente de que no habría una segunda oportunidad porque Aaron recibiría una notificación de que se había transferido dinero. Si lo hacía por partes, ese demonio con piel humana bloquearía su acceso.

Su siguiente movimiento fue comprar algunos artículos, pero con un rostro tan conocido como el suyo, era inevitable que la notaran, y ella no quería eso.

Cerca del cajero automático había un mini centro comercial; quería correr hacia adentro, pero estaba un poco lleno porque la gente hacía muchas compras en las horas de la tarde. Cerca había una escuela y tuvo suerte porque los estudiantes caminaban a casa.

Ruth silbó atrayendo la atención de dos chicas. Les hizo señas para que se acercaran y lo hicieron.

—Escuchen niñas...

A las chicas no les agradó cómo se dirigió a ellas.

—¿Niñas? Señora, ¡estamos en la secundaria! —replicó una.