Un gran momento para el periodismo.

Con pocas fuerzas que le quedaban, Luther no se molestó en decirle a Emilia y a la familia que en realidad iba a la estación de policía para testificar contra los criminales. Además, quería comenzar a hacer los arreglos para el entierro de Linda, ella había pasado tantos días y noches en la fría y oscura tierra. Era hora de que recibiera algo de calor, pero, más importante aún, quería cambiar su testamento y distribuir toda su fortuna.

—Vamos —le ordenó a Joseph, quien se apresuró a abrir la puerta del coche.

Phoebe y David, junto con sus guardaespaldas, siguieron detrás de sus tres coches, formando un largo convoy una vez más. Tan pronto como los coches salieron, los reporteros se abalanzaron como leones hambrientos, gritando preguntas relacionadas con los tres hombres que habían sido arrestados.

—Supongo que Brandon, Abel y Conrad ya han llegado a la estación de policía.