Conteniendo las lágrimas, Paula tragó con dificultad. En lo profundo de su corazón esperaba que Phoebe tomara su caso, convertirse en un fantasma vengativo y malvado no estaba en su lista de deseos, además los fantasmas que la habían dirigido hacia la poderosa chamán pelirroja la elogiaban por ser la portadora de justicia.
Si pudiera dejar ir su rencor, podría seguir adelante y eso era lo que Paula quería hacer. Ella era una persona realista en vida y un fantasma aún más realista. Quedarse y vagar sin rumbo de ciudad en ciudad no era forma de pasar la eternidad.
Mientras organizaba la historia en su cabeza, Rosette colocó un plato de comida y un vaso de agua frente a ella.
—Puedes tomar esto, está hecho para fantasmas.
—Gracias —Paula sonrió agradecida, sus ojos volvieron a Phoebe quien estaba sentada pacientemente esperando a que hablara.
Paula tocó el borde redondo del vaso, golpeándolo lentamente con sus uñas moderadamente afiladas. Cada golpecito producía un suave sonido.