—Necio. El coraje no significa nada frente al verdadero poder. Deberías haber huido mientras tenías la oportunidad.
Otros fueron menos afortunados, su valor les falló. Cayeron de rodillas, suplicando por una misericordia que nunca llegaría, sus súplicas interrumpidas por las despiadadas hojas de los Despertados.
—¡Por favor, no! ¡Tengo familia! —sollozó un soldado, pero sus palabras fueron silenciadas cuando la espada de un Despertado le atravesó el corazón.
Los ojos de Theodor escudriñaron el campo de batalla, siempre alerta. Podía ver las filas enemigas rompiéndose, su formación colapsando bajo el implacable asalto. Los gritos de los moribundos y heridos eran ensordecedores, un testimonio del puro poder de los Despertados.
«Así es como debe ser», pensó, su corazón palpitando con euforia. «Somos superiores. No son más que alimañas, merecedoras de exterminio».