Harlan

Cuando tomé Inocencia Rota por primera vez, fue solo para pasar el tiempo. La historia estaba en curso, con tramas y subtramas desarrollándose en cada rincón de su mundo, personajes sumidos en el caos, y una compleja red de alianzas y traiciones. Me encontré leyéndolo a un ritmo acelerado, devorando capítulo tras capítulo. Pero a pesar de mi velocidad, no me limitaba a hojear las páginas. Prestaba atención a los detalles: cada pequeña cosa que el autor tejía en la historia, las pistas dejadas, el sutil presagio que más tarde daría sus frutos.

El elenco de personajes era enorme, cada uno con sus propias peculiaridades, historias y motivaciones. Algunos eran fáciles de pasar por alto, pero otros, bueno, tenían cierta chispa. Eran los que destacaban, los que me mantenían enganchado incluso cuando la trama parecía arrastrarse.