¿Otra vez? (2)

Sin importar lo que hagamos en nuestras vidas o cómo se nos demuestre que estamos equivocados, la gente suele aferrarse a sus creencias. Es algo curioso, cómo funciona la mente. Podemos enfrentarnos a pruebas innegables, y aun así encontramos formas de justificar nuestras acciones y moldear la realidad para que se ajuste a nuestra narrativa. Es una terquedad profundamente arraigada en nosotros, una negativa a admitir que podríamos haber estado equivocados.

—Entonces, por tus propias reglas. Has perdido.

Toma a este hombre, por ejemplo. Incluso ahora, con mi espada en su garganta, podía ver los engranajes girando en su mente, buscando una manera de reconciliar lo que acababa de suceder con la visión del mundo a la que se ha aferrado durante tanto tiempo. En su mundo, la fuerza lo es todo. Pero ¿qué sucede cuando esa fuerza es desafiada? ¿Cuando se demuestra que es insuficiente?